¿Cómo podrían reaccionar un físico, un químico o un astrónomo tras acusar recibo de que la ciencia lúgubre, tan altiva, tan imponente, tan sofisticada, tan celebrada en los salones del poder, se rige por un ramillete de hipótesis deductivas establecidas hace más de doscientos treinta años? Premisas jamás comprobadas empíricamente, por cierto. Quizá darían en sonreír, y no les faltarían poderosas razones.
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