Historia de una soledad. Sucedió el jueves, unas horas antes de la contrarreloj de Annecy. Contador bajó al vestíbulo del Palacio de Menthon, el lujoso hotel del Astana. El Tour seguía en juego. Miró a la derecha, a la izquierda. Nadie, nada. Ni auxiliares ni coches. Sudor frío. Mirada al reloj. Pero, ¿dónde están?
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