Hay una nueva manera de medir el progreso de las ciudades: contando las bicicletas. En Nueva York son ya 200.000 los ciclistas urbanos que un día cualquiera atraviesan el puente de Brooklyn, dan la vuelta a Manhattan o avanzan por los 650 kilómetros de carriles-bici que surcan la ciudad. En Madrid, mientras, seguimos contando con la mano a los intrépidos que deciden adentrarse en la marabunta motorizada o que se consuelan con los 62 escuálidos kilómetros de carriles-bici
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