La chica de la foto apareció caminando en mi campo de visión (parada de taxis de la calle Goya esquina Serrano), se detuvo, miró su reloj y tomó asiento. Habrá quedado con alguien, pensé desde mi taxi. Una y otra vez miraba a ambos lados de la calle, con nerviosismo. Se ponía en pie, daba tres o cuatro pasos a la derecha, otros tres o cuatro a la izquierda y de nuevo volvía a sentarse.
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