Pongamos que la becaria tiene nombre. La llamaremos Anna. Acabó sus estudios de periodismo audiovisual con buenas notas, como muchas otras becarias. La universidad hizo un convenio con una gran cadena de televisión y allí la acogieron por tres meses, sin sueldo. Luego, haciendo una medio trampa con el master de post grado que cursó, le renovaron el contrato otros tres meses a 200 euros por mes, justo para pagar el transporte diario hasta la redacción de deportes de la cadena dónde trabajaba.
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