El escabroso plan de rescate propuesto para Irlanda es un sin sentido. Es inútil en sus objetivos, injusto en su reparto de costes y la semilla de futuros problemas. Y lo que es peor, existe una alternativa mucho más sensata. La economía de mercado se basa en la responsabilidad, para lo bueno, las ganancias y para lo malo, las pérdidas. Por tanto es inaceptable que los acreedores de los bancos irlandeses no sufran las consecuencias de sus malas inversiones y se lleve a cabo una socialización de pérdidas pagada por los contribuyentes irlandeses.
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