La degradación de la convivencia tiene un punto de no retorno. Los treinta segundos de Celia Villalobos insultando, despreciando y humillando a Pablo Iglesias en un programa de televisión de Cuatro mirando a cámara y utilizando a sus hijos y la relación con su mujer como producto de consumo televisivo ha cruzado todas las líneas rojas que muestran de manera concreta y grotesca el estado de la situación. Una pulsión de odio en la derecha que masticada y rumiada en los años de gobierno de coalición es expulsada a la mínima ocasión, sin sentido.
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