En época de crisis hay cifras que suenan obscenas. Y no son precisamente las que se desprenden de los índices de paro, de las cotizaciones bancarias o de la venta de coches y/o viviendas. Las que duelen especialmente a muchos de los que guardan cola en los despachos del INEM son las que arrojan las fichas de algunas operaciones del verano futbolístico español. O en concreto, las del fichaje por antonomasia: el de Kaká.
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