Desde que la crisis del ladrillo aterrizara en España en 2008, con un pequeño retraso respecto a los norteamericanos, más de 300.000 personas perdieron su vivienda y siguen adeudando una importante cantidad de dinero al banco. En EE UU, decenas de miles de personas perdieron su casa, pero no deben nada. Es la diferencia entre dos sistemas hipotecarios que están tocados por la situación de los mercados internacionales. El primero, el estadounidense, tuvo consecuencias pésimas para la banca. El segundo, el español, para los ciudadanos.
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