Juliane Cristina de Lima es una víctima. Se mire por donde se mire. Con tan solo 22 años se encuentra con una hija de siete meses, madre soltera y con las piernas amputadas. Además, ha perdido su puesto de trabajo y no tiene derecho a desempleo por el escaso tiempo de cotización a la Seguridad Social ni posibilidades de volver a trabajar, al menos en lo que hacía antes de sus intervenciones médicas, porque era camarera.
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