Inés de Borbón prestó sus cuentas en Suiza a Granados y Marjaliza y recibió a cambio dinero en efectivo. García-Castellón concluye que la prima del rey Juan Carlos I desconocía el "trasfondo" de las operaciones a las que contribuyó. Ordena informar a la Agencia Tributaria al demostrarse que la aristócrata utilizó "mecanismos opacos para ocultar su patrimonio".
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