Somos los únicos españoles que no contamos con receta gratuita o bonificada con un tope máximo después de la jubilación. Somos por así decirlo los más desfavorecidos a pesar de ser el colectivo que siempre ha subvencionado con sus impuestos los gastos del Estado. Nuestras nóminas siempre son transparentes y en época de crisis han sido sometidas a todo tipo de recortes. ¿Cómo se premia esta fidelidad? Haciéndonos pagar de por vida los medicamentos, algo insostenible en muchos casos por el uso inevitable de los mismos con la vejez.
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