Xu Fu, médico personal del emperador chino Quin Shi Huang, llevaba años presumiendo de saber cómo obtener el elixir de la inmortalidad. Le explicó al emperador que el preciado brebaje se almacenaba en Penglai, una hipotética isla sagrada en medio del océano, protegida por un pavoroso monstruo marino y semidioses ávidos de costosas ofrendas. El emperador proporcionó a Xu Fu una gran flota, arqueros que finiquitaran al monstruo, pasta para sobornar a los inmortales y un escuadrón de vírgenes, que siempre vienen bien. Zarpó la flota y...
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