Han sido principalmente la clases medias y catalanohablantes, votantes tradicionales de la extinta CiU y otros partidos nacionalistas, quienes se pasaron en masa a apoyar la secesión en la medida que sus partidos de referencia se declaraban independentistas. En 2017, la propuesta independentista lograba su mayor apoyo en las urnas, pero después ha ido perdiendo fuelle y nunca han logrado superar el 37% del censo electoral.
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