"Estoy vivo de milagro", comenta el Joaquín Maestre tumbado en el sofá de su casa, en Guadalén, a pocos kilómetros de Linares (Jaén). No puede levantarse. Sus piernas están tremendamente hinchadas y unas gasas cubren hasta 12 orificios de entrada y salida. Seis postas disparadas por error, según la Policía, atravesaron sus muslos cuando observaba los disturbios que siguieron a la detención de dos policías nacionales, el pasado sábado, por la brutal agresión a un hombre y su hija de 14 años en la localidad jienense. Pero Maestre no estaba protes
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