Clarisse Merlet era una estudiante de arquitectura en 2017 cuando se fijó en la cantidad de residuos textiles que se generan cada año. Pensaba que podía haber una mejor forma de construir que aprovechara recursos ya extraídos. Así fue como se le ocurrió la idea de FabBRICK, su galardonada empresa que fabrica ladrillos decorativos y aislantes a partir de ropa vieja. Cada ladrillo usa el equivalente a dos o tres camisetas, se puede usar cualquier tipo, no sólo algodón, también poliéster, elastano, PVC, etc…
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