El hedor que desprendía el cadáver de su madre era ya insoportable. La mujer, de 56 años, llevaba unos dos meses muerta y su cuerpo estaba ya en avanzado de putrefacción. Sin embargo, Vicente no avisó a nadie e incluso ocultó a sus vecinos su fallecimiento cuando éstos preguntaban por ella. Su motivo era simple y deleznable. Seguir cobrando la pensión de ésta durante el máximo tiempo posible.
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