Fue en una ocasión de ataque de Sa Pedrera Blava y, al girarme para esperar el contrataque, vi que había un niño llorando. Paré el partido en ese momento y me acerqué a él porque pensé que se había hecho daño. Es normal en partidos de estas categorías, en la que son muy pequeños, que cualquier raspón o golpe sea muy aparatoso. Le pregunté qué le pasaba y me contestó que su padre no le dejaba jugar tranquilo y que le estaba gritando. Avisé al delegado del Rápid para que tomara medidas. Sin embargo, habló con el padre y se negó a marcharse (...)
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