Ante todo hay que ser buen periodista, aprender todos los días de quienes más saben, no acomodarse y responder lealmente a las exigencias de una profesión que sirve a los ciudadanos. Naturalmente, el periodista no es un altavoz hueco o un tambor vacío, sino un profesional con principios y valores éticos. En la medida en que se comporte de acuerdo a ese código, será respetado y respetable.
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