Boris Johnson ha esperado tres días a que se asentara la idea de que el Brexit ya es una realidad, y se rebajaran celebraciones y lamentos, para explicar con claridad su estrategia para las duras negociaciones que se pondrán en marcha entre Londres y Bruselas durante los próximos 11 meses. Y no ha dejado margen para la duda. El primer ministro británico ha tomado partido por los defensores del libre comercio frente a los proteccionistas. No aceptará ningún tratado que obligue al Reino Unido a un alineamiento estricto con las normas comunitarias
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