Joaquín Balboa fue uno de esos gallegos antifascistas a los que le tocó sufrir doblemente. Después de vivir la cruenta Guerra Civil y la represión franquista, huyó a Francia, donde también fue apresado por los nazis, y después de pasar por varios stalags acabó en uno de los peores campos de concentración de la época, el de Mauthausen, con el número 3833. Balboa se libró del trabajo en la cantera del campo de exterminio gracias a ser barbero, lo que posiblemente le salvó la vida. Murió en su pueblo natal, Estevesiños (Monterrei) en 1994.
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