Felipe Juan Froilán se ha estrellado contra la realidad en Abu Dabi. Bueno, contra su particular realidad, claro. Privilegiado y consentido de cuna, le han permitido hacer todo tipo de fechorías, le han reído las gracias y le han pagado todos los caprichos. A medida que dejaba de ser un niño se descontroló más hasta convertirse en el rey de la disco y el príncipe de los crápulas. Todo muy divertido, muy malote royal, pero peligroso.
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