Con su disco de debut con unos pocos meses en el mercado, Tim Buckley tomó la estúpida decisión de abandonar lo único que lo anclaba con la realidad, una familia que podría haber jugado el papel de contrapeso con un éxito que finalmente no lograría asimilar. Tras la puerta cerrada quedó una desconsolada Mary Guilbert y un lactante Jeffrey Scott Buckley. La primera se repondría del golpe pasados unos años gracias a la compañía de Ron, Jeff no lo haría nunca al no comprender cómo un padre podía anteponer el amor a un oficio al amor paternal
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