Todos estos freaks, y los sucesos más o menos extravagantes que les encumbran, son peccata minuta si los comparamos con el personaje del día: el rey Juan Carlos. Y es que el Tribunal Supremo acaba de admitir una demanda de paternidad presentada en su contra. El inviolable ha dejado de serlo, dinamitando el mundo del corazón, del hígado y hasta del páncreas. Y es que ¿A quién le importa la opinión de Los Chunguitos sobre los homosexuales cuando tenemos entre nosotros a un macho ibérico de leyenda?
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