El 23 de febrero de 1942 el submarino I-17 de la Marina Imperial japonesa, que había participado en el ataque a Pearl Harbor, bombardeaba la costa americana causando daños en una refinería de petróleo en Santa Mónica (California). Antes de que el ejército pudiese reaccionar, el submarino se sumergió y desapareció. Los japoneses se habían atrevido a atacar la parte continental de EEUU, las muestras de pánico se sucedían y el temor a un ataque aéreo como Pearl Harbor se extendió entre la población. Pero nada más ocurrió… aquel día.
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