Esta es la historia de dos familias de emprendedores y del jabón lagarto: los Lizariturry y los Rezola. Se dedicaban a las bujías y velas a comienzos del Siglo XX. El dinero extranjero comenzaba a llegar a España, y con el un inventor alemán con un maletín lleno de revolucionarias patentes, entre ellas una de jabón que las familias vascas no dejaron escapar. Los trabajadores decían: ‘Lagarto, lagarto, que funcione’. De ahí viene el nombre de Jabón Lagarto que hoy sigue vigente.
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