Como el resto del mundo, Israel ha impuesto severas restricciones al movimiento y a los eventos multitudinarios durante las últimas semanas. 4.000 casos de coronavirus, el gobierno ha prohibido las aglomeraciones mayores de una decena de personas, ha limitado la actividad pública, cerrando escuelas, comercios, y ha clausurado sinagogas, fuentes de enormes reuniones. Pero, se ha topado con un obstáculo singular. Los judíos ultraortodoxos. Sin cifras oficiales, dado que la mayor parte de ellos rehúsan someterse al test,
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