Islandia ve la luz. ¿Milagro? No. Esta veloz recuperación se apoya principalmente en la rapidez a la hora de gestionar la crisis y en el cumplimiento escrupuloso de un plan de reformas que prácticamente ha reconstruido la estructura financiera y económica del país. Nada más estallar la burbuja financiera, Islandia nacionalizó todo su sistema bancario, y posteriormente ha hecho un pago selectivo de sus compromisos, ha reconstruido la credibilidad en su maltrecha moneda -la corona-, ha controlado el gasto y ha reducido fuertemente las inversiones
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