Así ha ocurrido en Islandia, donde han decidido darle una vuelta al clásico diseño de torres eléctricas para convertir algo feo pero necesario en un complemento más del paisaje con el que dejarnos con la boca abierta. Así, unos enormes gigantes metálicos caminan por la naturaleza a su antojo. Una idea que parece obvia, si lo pensamos bien, pero que no se había hecho hasta ahora. O, al menos, no de esta forma.
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