Una de las diferencias más recurrentes a la hora de comparar la cultura occidental y la cultura china consiste en el carácter costero y mercantil de la primera, frente al cuño marcadamente agrícola de la segunda. Así me lo recordó hace unos días un colega sociólogo de Changchun, quien señaló como prueba la vistosa tendencia de sus conciudadanos a aprovechar cada pedazo de tierra disponible para plantar unas lechugas.
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