Días antes de su llegada al hospital, el hombre se había inyectado lo que llamó un “té de hongos”. Hirvió unos hongos alucinógenos en agua, los filtró con un bastoncillo de algodón y se administró la infusión por vía intravenosa. Poco después, vomitó sangre y sufrió síntomas como letargo, ictericia, diarrea y náuseas. Cuando ingresó en la unidad de cuidados intensivos del hospital, varios de sus órganos comenzaron a fallar, incluidos sus pulmones y riñones. Las pruebas médicas revelaron que el hombre tenía una infección bacteriana y fúngica.
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