No hablan como mafiosos, no se visten como mafiosos, no se comportan como mafiosos, pero sí son mafiosos. Es la nueva generación de narcos colombianos que no tiene nada que ver con el estereotipo que encarnó Pablo Escobar. Son gente mucho más formada, capaz de moverse con solvencia entre las clases altas y pasar debajo del radar de las fuerzas antidroga mundiales con asombrosa habilidad. ¿El secreto? Bajo perfil, solvencia en el mundo financiero, ninguna excentricidad y, fundamentalmente, creer en que el dinero puede persuadir más que las balas
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