Lo que, según sus promotores, iba a ser a finales de los años noventa una inversión estupenda a largo plazo en cuanto a rentabilidad, amén del plus ecológico adicional que supone plantar árboles de maderas nobles, diez años después, envuelta en escándalos de fraudes piramidales y picaresca, es ya una pesadilla para los pequeños ahorradores que creyeron en esos proyectos. La inversión verde responsable y sostenible se viene abajo.
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