Ingeniero de teleco residente en Cuenca, vivía acuciado por dos problemas: la crisis galopante, que ya le quitó la empresa y estaba por arrebatarle el piso, y la constante intromisión por vía telefónica de una pertinaz, sadista, y a todas luces inmune a los insultos empresa de telemárketing, empeñada en proponerle una nueva oferta de mierda cada día de la semana. Negativas, bloqueo de números, amenazas de muerte, nada servía contra la plaga. Bonifacio no podía desconectar el aparato: ¿por dónde llegarían entonces nuevas ofertas de empleo?
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