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El Mundial acabó en fiesta, con la que ya es considerada como la mejor final de la historia del torneo. Messi se llevó la Copa del Mundo a casa, Mbappé maravilló con un hat-trick y guardará una amarga Bota de Oro en casa... y nadie se acordó de Amir Nasr-Azadani, el futbolista iraní que está condenado a muerte en su país tras participar en las revueltas a favor de los derechos de las mujeres.
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