El caso ha sido un juguete sexual. Un vibrador que se controla por una app en tu iPhone. Un vibrador que se parea con tu smartphone y permite que se configuren los ritmos del juguete para conseguir un funcionamiento más adaptado a los gustos y requerimientos del sujeto en cada momento del acto. Una app que recoge todos y cada uno de los datos del vibrador y la app, junto con información del usuario y los envía a servidores en Canadá. Y esto puede suponer un problema para la privacidad del usuario.
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