De lo que sí estoy convencido es de que esta crisis poliédrica (sanitaria en primer lugar, pero también económica, social, educativa, etc.) podría haberse afrontado mejor con una perspectiva global. Es un gran contraste que en el plano científico sí se dé un espíritu de colaboración y transparencia a nivel internacional (y menos mal), mientras que en el plano político-gubernamental esta compartición de conocimiento no se traduce en unos protocolos de gestión coherentes y de eficacia medible y contrastada...
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