La interinidad era un peaje que había que pagar, una etapa de inestabilidad y destierro para ganar experiencia y también soltura en el aula antes de convertirse en funcionario docente. Ahora la interinidad se ha convertido en una trampa, que atrapa durante años a profesores y maestros, sin expectativas de conseguir un puesto fijo y que les vacía los bolsillos.
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