Henrique Capriles se reinventa. El candidato ha adoptado el simbolismo chavista y trata de no confrontar con el líder fallecido. Pese a su pasado golpista, defiende ahora los logros sociales de la revolución y marca una línea divisoria entre Chávez y el aspirante Nicolás Maduro. Más allá del simbolismo, Capriles ha planteado una campaña a la ofensiva. Frente a las denuncias de que su llegada a Miraflores implicaría el desmantelamiento de los servicios sociales, el candidato de la derecha se presenta como un gestor eficaz de esos mismos logros.
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