Tras esa mirada cándida, hay un campeón del mundo. Es de carne y hueso, viste piratas y camiseta rosa, y le pican los mosquitos como a todo hijo de vecino. Al parecer, los bichos no hacen distingos ni con los seres extraordinarios, los hacedores de sueños. Así que se ceban en esa pierna mágica que el 11 de julio, en Johanesburgo, cumplió el sueño imposible de millones de niños y el suyo propio.
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