El presidente de la compañía, Pierre-Jules Boulanger, sabía que no podía negarse a producir, pero también que no podía simplemente mirar hacia otro lado y construir camiones para el régimen. Boulanger alentó a su plantilla a producir pausadamente al tiempo que ideaba un método para agotar el aceite sin que los mecánicos alemanes tuvieran ni idea de lo que pasaba porque la varilla marcaba que todo estaba bien. Tras utilizarlos durante un tiempo, el motor se detenía y los nazis no podían maniobrar a tiempo, lo que les ponía furiosos
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