Para combatir la inflación, los Bancos Centrales suben las tasas de interés y los gobiernos aumentan impuestos, lo que profundiza los riesgos de una recesión. Joseph Stiglitz, Nobel de economía 2001, asegura que esto equivale a desangrar un enfermo que se está muriendo para terminar de matarlo. La conclusión es simple: el lucro, o sea la remuneración del capital, puede seguir subiendo. Los salarios, aun cuando no tuvieron ninguna responsabilidad en este incendio inflacionario, deben seguir siendo bajitos...
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