La pequeña murió a consecuencia de diferentes lesiones: tenía un edema cerebral y el bazo roto. Múltiples golpes por todo el cuerpo. Hematomas circulares en las muñecas y en los tobillos, signo de que la había atado de pies y manos. Tenía las rodillas en carne viva. Al día siguiente, su tío, a quien el juez llevo al lugar de los hechos como sospechoso, reveló la verdad ante el escenario del crimen. De forma fría, sin emoción alguna en la voz, Pardo Peña confesó. Había matado a golpes a su sobrina.
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