Al estar interrumpido el paso entre León y Asturias, la solución de la empresa fue poner un autobús que no aceptaba mascotas, ni sillas de ruedas ni carritos de bebé. Durante toda esa tarde, su marido intentó ponerse en contacto con los teléfonos de Renfe para que alguien le diera una solución. Sin embargo, solo se encontró con respuestas del tipo: «Es la política de la empresa», «qué quiere que le haga yo» o «no es la primera a la que le pasa».
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