La paciente, de 38 años, acudió en 2007 al dentista para la implantación de una prótesis que solventara sus problemas bucales. Informó "personal, directamente y documentalmente" a su dentista de que era alérgica a los metales. Pese a ello, esta le implantó una prótesis de cromo cobalto que le ha dejado secuelas de por vida y que le impiden trabajar.
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