Allá por 1981, Margaret Thatcher y su fiel ministro de Economía Geoffrey Howe impusieron a los bancos británicos un "windfall tax", o sea, un impuesto sobre el pelotazo, una medida de emergencia para paliar los efectos de la casi bancarrota financiera en que estaba el país desde finales de la década anterior. Les levantó a los bancos una quinta parte extra de sus beneficios de aquel año. El precedente Thatcher lo había encontrado en la historia americana del siglo XX...
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