Cuando uno se de alta en algún servicio de internet, firma un contrato que casi nadie lee y que, al final, supone que damos un permiso para que nuestra identidad digital sea vigilada y analizada. La nueva normativa europea de protección de datos pondrá freno a esto. ¿Es suficiente? Quizá ha llegado la hora de que tomemos conciencia y vigilemos a quienes nos vigilan
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