Son escalofriantes las palabras que pronuncia recordando sus años en la calle. Mataba sin parar, hasta llegó a destripar a sus enemigos y comerse su corazón. Sin embargo, se enamoró de otro sicario. Algo completamente prohibido. Si en una mara alguien es homosexual, eso afecta a la reputación de toda la banda. Son los propios jefes los que ordenan matarlos. Eso, sumado a la ola de conversiones al cristianismo evangelista en la cárcel, hacen que la pareja sobreviva en un módulo de aislamiento.
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