Las conversaciones de Ignacio González grabadas por la Guardia Civil dentro de la Operación Lezo en su despacho de la calle Alcalá no se limitan a insultar a Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy. También se ve al Ignacio González conseguidor, embarcado en negocios ajenos, como el de un “amigo” empresario que tiene problemas con hoteles sin mucha rentabilidad. Algo que el expresidente madrileño intenta arreglar con la idea de usar uno de ellos como “una casa de putas” y convertirlo en “un puticlub con habitaciones cojonudas”.
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