La Iglesia Católica alemana tuvo durante el nazismo unos 7.000 trabajadores forzosos, entre deportados extranjeros y presos de guerra, según las conclusiones de un estudio encargado por la propia Conferencia Episcopal y del que se han avanzado algunos datos. Hasta ahora se ha podido documentar e identificar a unos 4.829 deportados extranjeros y 1.075 presos que fueron obligados a trabajar para la Iglesia, ya fuera en sus instituciones, parroquias o dependencias locales.
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